Queridos hijos. Un día, cuando erais pequeños, os trajimos a la iglesia para que os bautizaran. Aquel día, os incorporasteis a la Iglesia, la gran familia de los que creemos y seguimos a Jesús, viviendo como hijos de Dios. Hoy, después de enseñaros qué es el bautismo, os acompañamos para que renovéis vuestro bautismo, y seáis vosotros quienes prometáis delante de la parroquia seguir a Jesús y amar a Dios y a los demás.
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