Dediquemos tiempo
a nuestra madre, hagamos que se sienta querida, pero querida de verdad, no
utilicemos su Rosario como una penitencia, sino como un ramo de rosas,
cultivadas con humildad, con amor y respeto.
La máxima de que
“quien da recibe” ,es muy cierta y verbalizar los sentimientos, además de
aliviarnos, nos aligera el peso de una mochila que cada vez cargamos más, con
rencores, resentimientos, envidias y preocupaciones absurdas , que podíamos
disipar en gran parte, dejándonos caer en el regazo de nuestra madre.
Pilar Roselló. Octubre 2018.
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